La matanza en la oficina Ramírez ocurrió en durante la Guerra Civil del 1891. Dos mil trabajadores de las salitreras tomaron los trenes con rumbo a Iquique para protestar contra la mala situación económica que generaba la guerra. Las autoridades locales sabotearon la movilización, temiendo una toma generalizada de Iquique. Para ello obligaron a los trabajadores a detener su marcha en la oficina Ramírez. Hasta allá llegaron tropas militares y luego de varias conversaciones para evitar que continuaran en dirección a Iquique, los uniformados abrieron fuego sofocando las manifestaciones. En esta matanza murió un número indeterminado de obreros. Existe constancia que 18 de ellos fueron fusilados por ser «cabecillas» de la rebelión.
Plaza Colón de Antofagasta14 de febrero de 1897
No existe un número determinado de decesos en la matanza de la Plaza Colón en Antofagasta. Las reivindicaciones sociales incluían mejoras en las condiciones de trabajo y en la administración de las pulperías.
Ferrocarriles6 de febrero de 1906
Un año antes de la matanza en la Escuela Santa María de Iquique, los trabajadores del Ferrocarril Antofagasta-Bolivia solicitaron varias demandas sociales a sus empleadores. Entre las exigencias estaban una hora y media para almorzar. Fueron reprimidos por «Guardia de Orden» junto a fuerzas navales que estaban embarcadas en el buque «Blanco Encalada». Las ráfagas de metralleta duraron tres minutos. Tampoco existe un número preciso de caídos en esta jornada.
San Gregorio3 de febrero de 1921
Los obreros de la oficina San Gregorio solicitaron reducir la jornada laboral a ocho horas diarias, abolir los vales y las fichas con que les pagaban. El intendente de Antofagasta, ex-veterano de la Guerra del Pacífico, Recaredo Amenagual, llegó hasta el lugar en donde estaban los manifestantes con efectivos del Ejército. Tras violentos enfrentamientos, detuvo a varios rebeldes. Los detenidos fueron obligados a cavar fosas en donde fueron arrojados los cuerpos de la masacre. Al parecer fallecieron de 36 obreros y cuatro militares.
Marusia23 de marzo de 1925
La matanza en la Oficina Salitrera Marusia ocurrió durante el período presidencial de Arturo Alessandri Palma. Se estima que hubo centenares de muertos, la mayoría de ellos obreros de la misma oficina. También contabilizaron decesos de uniformados.
La Coruña 5 de junio de 1925
En la matanza de La Coruña participaron los obreros junto a sus familias. Un gran grupo de personas estuvieron reunidos para pedir mejores condiciones laborales en las calicheras y las industrias. Luego de varios días de presiones, las autoridades abrieron fuego en contra de hombres, mujeres y niños.
Para el investigador Sergio González la Matanza de la Escuela Santa María marcó para siempre el movimiento sindical y obrero chileno. Los hechos ocurridos el 21 de diciembre de 1907 no fueron olvidados, como tampoco las reivindicaciones sociales que exigían los trabajadores. Todas ellas permanecieron latentes hasta que en 1912 se fundó en Iquique el Partido Obrero Socialista.
Aparte de la importancia en la lucha social, la gran huelga del salitre da paso a la conciencia multinacional.
A juicio del sociólogo Bernardo Guerrero, el movimiento reivindicatorio tuvo como característica particular la participación de chilenos, peruanos, argentinos y bolivianos.
«Más que una sensación de chilenidad, que si existía, había además un ambiente de ser iquiqueño o tarapaqueño».
El Tarapacá: 24 de diciembre de 1907
El diario El Tarapacá consignó la matanza tres días después de ocurrido el hecho:
Los huelguistas
Por mucho que reflexionemos al respecto no acertamos á comprender la obcecación e insensatez de los huelguistas al resistir y desobedecer tan obstinadamente la orden de la autoridad ¿Qué era lo que se les pedía? Que desalojaran el local que ocupaban y que se les había cedido graciosamente y que se trasladasen al Club de Sport ¿Porqué se negaron a aceptar una orden tan razonable? ¿Porqué adoptaron una actitud abiertamente sediciosa, mofándose de las fuerzas militares y llegando á insultar al general Silva Renard y demás jefes militares que les suplicaban que no los pusieran en la dolorosa obligación de ejecutar la orden que se les había impartido, por medio de la fuerza? Lo único que vemos claro es que la obra perniciosa de los agitadores había producido su efecto y que esa gente que en el ochenta por ciento ni se daba cuenta del objeto y fin de sus trabajos había perdido absolutamente el criterio y la razón. Como es de costumbre, esos cabecillas sin conciencia, después de enardecer á sus compañeros inocentes y de lanzarlos al sitio de mayor peligro, huyeron á donde no les alcanzara el justo castigo de su criminal conducta, de tal modo que mientras aquellos caían heridos; ellos escapaban ilesos, dejando á sus compañeros burlados. La mano de la justicia debe caer implacable sobre esos miserables, causantes y provocadores del sangriento suceso de que nos ocupamos.
El Tarapacá: 27 de diciembre de 1907
Los heridos
Pasados los primeros momentos de desorden empezaron a llegar a la Escuela Santa María muchas personas que procuraban por todos sus medios proporcionar alivio á los heridos. El cuerpo médico de la ciudad trabajó con una laboriosidad y constancia digna de todo encomio, haciendo las primeras curaciones a los heridos y enviándolos enseguida al Hospital. Los doctores Aliaga, Gómez, Heuhaus, Stanley, Campos, Bidart y el cuerpo de camilleros no descansaron un punto hasta que la noche les impidió continuar en su obra humanitaria. Los heridos cuyo número exacto no nos ha sido posible obtener, se medicinan actualmente en el Hospital, donde han sido habilitadas al efecto varias salas y son atendidos por los doctores Marín, Puelma, Rivera, Tapia, Meriggio y Villalón. Opinión pública Es incuestionable que cualquiera que sea el criterio con que se aprecie la acción de la autoridad y de la fuerza militar, el desenlace se impuso el día sábado en forma tal que habría sido peligroso y hasta incomprensible postergar la solución siquiera por unas cuantas horas más. Por sobre la autoridad del señor Intendente de la Provincia, con el comité huelguista y los agitadores se veía constituido en la ciudad un poder organizado, irresponsable y hasta absolutamente incapaz de contener á la masa en un momento dado. Este comité huelguista, alentado por la contemporización que inspirara el sano y patriótico deseo de terminar con la huelga pacíficamente, se creyó poderoso y hasta irresistible y tomó la actitud benévola de la Intendencia por debilidad ó temor. Así se comprende que incitara á los huelguistas á mantenerse unidos y resistentes, que se creyera con derecho para dar pases de tráfico y obligar por la fuerza á la huelga general y unánime que dirigiera á la autoridad la nota citada más arriba y que en buena cuenta ese comité soberbio llegara hasta no medir la profundidad del precipicio en que arrojaba a tanta gente engañada con la resistencia á las órdenes de la autoridad militar.
Impresiones fuera de Iquique
La tragedia del 21 de diciembre causó gran impresión en Lima. El diario «El Comercio» indicaba «que en este contienente, donde el problema social recién principia a delinearse se susciten ante una de sus manifestaciones que mantenía aún en los límites de una resistencia pasiva, conflictos tanto o más crueles y sangrientos, que aquellos de que suelen ser periódicamente teatro los viejos países de Europa».
El diario «La Patria» de Valparaíso indica en su edición del 26 de diciembre que «ha sido una falsificación general de documentos oficiales. Por tanto, estamos en presencia de una adulteración sistemática de la verdad».
También en su editorial indican que la masacre «envuelve no sólo a los chilenos, sino al elemento obrero de Perú, Bolivia y Argentina. Incluso ha olvidado que el líder del movimiento fue un hijo de norteamericano, José Brigg, conocido como El Rucio, entre sus camaradas chilenos y peruanos».
El líder del movimiento sindican chileno, Luis Emilio Recabarren, se encontraba en Buenos Aires cuando ocurrió la matanza de la Escuela Santa María.
La opinión de Recabarren
Recabarren escribe un artículo que fue publicado en «La Vanguardia» de Buenos Aires. El texto fue reproducido por «La Voz del Obrero» de Taltal en la edición del 13 de enero de 1908. Tituló el artículo como «La barbarie burguesa en acción» e indicaba que «el pueblo de Chile es de índole altiva. Trabaja mansamente, se deja explotar con resignación, pero es un león cuando se cansa de sufrir, cuando se ve colmado de abusos. En la mayor parte de sus acciones ha empleado la violencia para repeler la barbarie burguesa».
Agrega que «la violencia empleada como respuesta a los ataques de la tropa no ha señalado jamás una victoria obrera. Ni una sola conquista, en las luchas económicas, ha seguido a las irrupciones populares. Al contrario, los capitales aprovechando ese anonadamiento que sigue a los sucesos luctuosos se han aprovechado cínicamente para salir airosos y vencedores en sus explotaciones vergonzosas del trabajo de los obreros».
Recabarren concluye que es necesario realizar «un cambio de táctica más inteligente, menos violenta, más eficaz, menos bulliciosa: la organización poderosa y perfecta del proletariado en el terreno económico, político y cooperativo para sustituir inteligentemente, por estos tres caminos, a la sociedad actual».
El investigador iquiqueño Mario Zollezzi establece que al comenzar el siglo XX, la «cuestión social» en Tarapacá entra en una nueva fase. Bajo la presidencia de Pedro Montt, en Iquique, los trabajadores del vital sector portuario realizaban periódicos movimientos reivindicativos. En la Pampa Salitrera empezó a manifestarse el malestar de los obreros de las Oficinas en «memoriales», reclamando al Gobierno atención a sus planteamientos sociales.
En el país, la estéril lucha por el poder entre la Alianza Liberal y la Coalición desacreditaba cada vez más al sistema parlamentario, instaurado tras la derrota de Balmaceda en 1891.
Este problema político agudizó en 1907 la crisis financiera que hacía bajar el cambio y subir los precios de los artículos de primera necesidad. La moneda se depreció al punto que llegó a valer apenas 8 peniques. La inestabilidad cambiaria golpeaba a la clase obrera.
En noviembre de 1907 laboraban en las salitreras de Tarapacá y Antofagasta unos 40.000 operarios; 13.000 de ellos extranjeros: bolivianos y peruanos en su mayoría.
La provicia de Tarapacá, según el censo de población levantado el 28 de noviembre de 1907, tenía 110.000 habitantes.
Primeros antecedentes
Con este clima adverso, una gran huelga estalla con los trabajadores de la Empresa de Ferrocarriles Salitreros el 4 de diciembre de 1907. La paralización duró sólo un par de días, luego de conseguir que los sueldos fuesen pagados con el tipo de cambio que existía antes de la devaluación del peso.
Esta misma petición la presentaron los trabajadores de la cuadrillas salitreras que trabajan en el puerto de Iquique. A pocos días, los trabajadores de la oficina San Lorenzo, del cantón Alto San Antonio, dejaron sus faenas y comenzaron a reunirse en las estaciones de ferrocarriles. Su intención era viajar hasta Iquique y hablar directamente con las autoridades del gobierno central.
De a poco, el movimiento fue abarcando toda la pampa. A mediados de diciembre, al menos treinta oficinas tenían detenidas sus faenas.
Zolezzi afirma que la gran huelga de los pampinos fue conocida como «huelga de los 18 peniques», porque el punto principal de sus demandas era el cambio de sus fichas de pago por dinero a ese valor. El movimiento reivindicativo era fomentado por anarquistas, demócratas y balmacedistas; estos últimos eran liberales democráticos, que mantenían la veneración de los trabajadores salitreros al difunto Presidente, considerado por algunos como símbolo de la defensa del salitre a las ambiciones monopólicas del magnate inglés J. T. North.
Los obreros marcharon desde la pampa hacia Iquique. Varios convoyes del ferrocarril bajaban repletos de trabajadores junto a sus familias. Mientras, las autoridades habían informado sobre al situación a Santiago; el Presidente Montt envió fuerzas militares a la zona en el crucero «Blanco Encalada» y la alcaldía suspendió cualquier espectáculo público y clausuraron las cantinas.
Los huelguitas del cantón alto San Antonio fueron hospedados en el Club Sport, que era el hipódromo existente en el camino a Cavancha.
Resistencia de los pobladores
Luego de las primeras conversaciones con las autoridades y dejar en claro que no volverían a la pampa hasta conseguir sus reivindicaciones sociales, los huelguistas, que continuaban llegando en masa, fueron trasladados hasta la escuela fiscal «Domingo Santa María». Mientras el intendente interino, Julio Guzmán García, mediaba las negociaciones entre salitreros y representantes pampinos, la ciudad de Iquique paralizaba en apoyo a los huelguistas.
Al mismo tiempo llegan a Iquique el intendente titular, Carlos Eastman y el general Roberto Silva Renard, jefe de la I Zona Militar, que venía a tomar el mando de las tropas reforzadas de la guarnición.
El 16 de diciembre los principales cabecillas del movimiento, Luis Olea y José Briggs, presentaron un petitorio de diez puntos. Los principales eran la eliminación del sistema de fichas, libertad del comercio en las oficinas, mejorar las medidas de seguridad y el pago de la jornada laboral a un cambio de 18 peniques por peso. Hasta ese momento el cambio era de 8 peniques. Los industriales dijeron que estudiarían inmediatamente las solicitudes.
Otros sectores obreros de la ciudad también habían paralizado y las calles eran custodiadas por patrullas militares.
En tanto, se había ordenado a los pampinos concentrarse en la plaza Manuel Montt y en la Escuela Santa María. Una nueva disposición oficial determinó que los huelguistas debían evacuar esos dos puntos y ubicarse en el Hipódromo, para luego tomar los trenes rumbo a la Pampa, reanudando las faenas. Les informaron que los empresarios salitreros rechazaban la presión, sosteniendo que perderían «autoridad moral» en la Pampa.
Los empleadores y las autoridades propusieron al grupo que dejara una delegación de dirigentes para continuar las negociaciones, pero que la mayoría debía regresar a sus puestos de trabajo.
Los obreros se negaron.
El 19 de diciembre las directivas de los pampinos y los trabajadores del puerto de Iquique crearon el Comité Central Unido. El Presidente era José Briggs y como vicepresidente, Luis Olea.
Un día después el intendente, Carlos Eastmann, recibió la orden del ministro del interior, Rafael Sotomayor, para declarar el Estado de Sitio.
21 de diciembre de 1907
Al llegar el 21 de diciembre, en la Escuela Santa María y la Plaza Manuel Montt, ubicada donde actualmente está el Mercado Centenario, había entre ocho y diez mil personas. Esa mañana, los huelguitas no acataron por segunda vez la orden de trasladarse hasta el hipódromo y luego regresar a la pampa. Dentro de un marco de discursos, consignas y gritos, transcurrieron las horas, mientras que el general de brigada Roberto Silva Renard ordenaba el traslado de dos ametralladoras que hizo colocar frente a la Escuela. Un piquete del Regimiento O’Higgins se ubicó a la izquierda de las ametralladoras. Luego envió dos oficiales para convencer a los obreros que terminaran con el movimiento y media hora más tarde él mismo ingresó al local, sin lograr un cambio de actitud en los huelguitas. Los últimos en ingresar a la Escuela Santa María fueron los cónsules de Perú y Bolivia, pero después de una hora de conversaciones salieron del lugar sin lograr su objetivo.
Disparos
A las 15.45 horas se da la orden de disparar. Desde ese instante surgen varias versiones del hecho. Algunos historiadores indican que las ráfagas de metralleta duraron treinta segundos, otros señalan que el ataque se prolongó por casi dos minutos.
El informe oficial que dio el general Silva Renard fija la cifra de heridos en 140. Los cuerpos consulares establecieron un número de 150 muertos y 200 heridos.
El historiador de la universidad Arturo Prat, Sergio González, explica que la cifra aceptada actualmente como cierta alcanza a las 2 mil personas fallecidas y un número similar de heridos.
Los sobrevivientes fueron derivados ese mismo día a las oficinas de origen. Los heridos fueron atendidos en el hospital de beneficencia, pero los cuerpos de los obreros muertos, simplemente desaparecieron.
Tres días después el comercio pudo abrir sus puertas. Iquique volvía a su actividad normal.
La matanza en la oficina Ramírez ocurrió en durante la Guerra Civil del 1891. Dos mil trabajadores de las salitreras tomaron los trenes con rumbo a Iquique para protestar contra la mala situación económica que generaba la guerra. Las autoridades locales sabotearon la movilización, temiendo una toma generalizada de Iquique. Para ello obligaron a los trabajadores a detener su marcha en la oficina Ramírez.
Hasta allá llegaron tropas militares y luego de varias conversaciones para evitar que continuaran en dirección a Iquique, los uniformados abrieron fuego sofocando las manifestaciones. En esta matanza murió un número indeterminado de obreros. Existe constancia que 18 de ellos fueron fusilados por ser «cabecillas» de la rebelión.
Plaza Colón de Antofagasta 14 de febrero de 1897
No existe un número determinado de decesos en la matanza de la Plaza Colón en Antofagasta. Las reivindicaciones sociales incluían mejoras en las condiciones de trabajo y en la administración de las pulperías.
Ferrocarriles 6 de febrero de 1906
Un año antes de la matanza en la Escuela Santa María de Iquique, los trabajadores del Ferrocarril Antofagasta-Bolivia solicitaron varias demandas sociales a sus empleadores. Entre las exigencias estaban una hora y media para almorzar. Fueron reprimidos por «Guardia de Orden» junto a fuerzas navales que estaban embarcadas en el buque «Blanco Encalada». Las ráfagas de metralleta duraron tres minutos. Tampoco existe un número preciso de caídos en esta jornada.
San Gregorio 3 de febrero de 1921
Los obreros de la oficina San Gregorio solicitaron reducir la jornada laboral a ocho horas diarias, abolir los vales y las fichas con que les pagaban. El intendente de Antofagasta, ex-veterano de la Guerra del Pacífico, Recaredo Amenagual, llegó hasta el lugar en donde estaban los manifestantes con efectivos del Ejército. Tras violentos enfrentamientos, detuvo a varios rebeldes. Los detenidos fueron obligados a cavar fosas en donde fueron arrojados los cuerpos de la masacre. Al parecer fallecieron de 36 obreros y cuatro militares.
Marusia 23 de marzo de 1925
La matanza en la Oficina Salitrera Marusia ocurrió durante el período presidencial de Arturo Alessandri Palma. Se estima que hubo centenares de muertos, la mayoría de ellos obreros de la misma oficina. También contabilizaron decesos de uniformados.
La Coruña 5 de junio de 1925
En la matanza de La Coruña participaron los obreros junto a sus familias. Un gran grupo de personas estuvieron reunidos para pedir mejores condiciones laborales en las calicheras y las industrias. Luego de varios días de presiones, las autoridades abrieron fuego en contra de hombres, mujeres y niños.