Victoria, lá última oficina salitrera

La oficina salitrera Victoria estuvo en funciones hasta 1979 y se convirtió en el último bastión de la historia pampina.
Victoria nació en plena crisis salitrera de los años cuarenta. Contaba con planta mecanizada y fue emplazada donde antes estuvieron Brac y Buenaventura.
La construcción de la salitrera fue de grandes proporciones. Utilizaron 2.200 toneladas de fierro para levantar las estructuras de los edificios de maestranza y los del pueblo. Para la edificación de los diez estanques de lixiviación o cachuchos, que tenían una capacidad de 23.000 metros cúbicos, se emplearon 17.000 metros cúbicos de piedra, 2.780 toneladas de cemento, 1.800 toneladas de fierro redondo de pulgada y media de ancho.
Para acondicionar el terreno en donde se instaló la planta se movilizaron 360.000 metros cúbicos de tierra. Además, fueron construidos 48 kilómetros de vías férreas para tener acceso a los rajos de la mina en los terrenos aún no explotados. En un principio utilizaron locomotoras a carbón. Sin embargo, pocos años después de su inauguración, comenzáron a funcionar con petróleo.
Las faenas recién comenzaron en 1945 y en su mejor momento alcanzó a producir cerca de 150 mil toneladas métricas de nitrato. Desde entonces Victoria fue sinónimo de modernidad y bienestar para sus empleados.
En 1956 la salitrera enfrentó una gran crisis debido a la fatiga de sus materiales. Ese mismo año, la Compañía Salitrera de Tarapacá y Antofagasta, solicitó varios préstamos para continuar con la producción. En 1960 la oficina no pudo cancelar sus compromisos comerciales, porque lo que fue intervenida por el Estado. Al año siguiente la Corporación de Fomento de la Producion comenzó a cubirir -y lo hizo por espacio de siete años- las pérdidas de capitales e inversiones que la empresa necesitaba. En 1968 Victoria se integra a la Sociedad Química y Minera de Chile, Soquimich, junto con las oficinas de María Elena, Pedro de Valdivia, Coya Sur y José Francisco Vergara.
En 1974 los ejectuvos de la empresa indicaron que la oficina no podía cubrir sus costos operacionales. Durante los cinco años siguientes, la oficina comenzó un lento declive que terminó con el cierre definitivo en 1979.



Los últimos victorianos

Uberlinda Vera, junto a su familia, fue una de las pocas personas que vieron como la oficina fue quedando desocupada a fines de los setenta.  Según su testimonio, ella fue la última que dejó el campamento. Literalmente los administrativos dispusieron un camión frente a su casa para iniciar el traslado de sus enseres.
La riqueza y vida pampina eran cosa del pasado. El 7 de septiembre de 1978 efectuaron el último embarque de salitre; durante un año continuaron las faenas de finalización de actividades y en 1979 se cerró definitivamente la planta, para posteriormente realizar el remate.
Actualmente de Victoria sólo quedan los restos resecos de la plaza del poblado y cuatro casas que la rodean. Hace poco fue desarmada una de las últimas casonas de estilo georgiano donde vivieron los jefes.
Para Eliana Chamaca, quien vivió en la salitrera desde los 14 años. Victoria era conocida por su hospital, que era uno de los mejores equipados en toda la provincia.
Su experiencia como enfermera en el centro asistencia fue gratificante. «Todos tenían derecho a atenderse, sin importar en qué trabajaba. No era como ahora que prevalece el dinero».
Bernardino Farfán entrega impresiones sobre cómo se desarrollaba la vida en la oficina Victoria: «aparte de jugar extensa pichangas de fútbol que se extendían toda la tarde, los niños trabajaban para llevar dinero a su casa. Por ejemplo se dedicaban a sacar las aguas servidas de las casas para depositarlas en el camión que pasaba todos los días. También podían transportar agua desde los pilones, llevar viandas a los trabajadores durante el almuerzo, cargar sacos en la estación de trenes y ayudar en los puestos del mercado o la pulpería».



Renace la Iglesia Pampina

La iglesia de la oficina salitrera Victoria, levantada por los Misioneros Oblatos, quedó abandonada en la pampa cuando el recinto cerró sus puertas. Luego fue desarmada y olvidada; pero en la actualidad, gracias a la fuerza de un grupo de mujeres pampinas, este templo tiene nuevos días de gloria, pero esta vez, en Iquique. Ahora es el centro de actividades para los miles de ex salitreros que dejaron el desierto y se radicaron en la ciudad.
El periplo de la Iglesia Pampina comenzó con el cierre en 1979 de la Oficina Victoria. Desde el primer día un grupo de personas tuvo la intención de evitar su desarme y posterior venta como madera de alta calidad.
Encabezados por Hortensia Valdivia de González, lograron trasladar el templo hasta Pica en donde estuvo 5 años guardada en un patio del oasis, con sus valiosas vigas de pino oregón expuestas al sol y al robo de inescrupulosos.
En 1985 la Corporación Hijos del Salitre recuperó los restos de la estructura y los llevó hasta Iquique, donde fue armada a un costado del Estadio Hernán Villanueva, ubicado en la población Gómez Carreño.
Para lograr la restauración del templo, en 1992 nació oficialmente el Centro Católico «Corazón de María».
Los socios y socias demoraron ocho años en terminar los arreglos al interior del templo y otros tres para mejorar la fachada y pintarla de la misma manera a como estaba en la salitrera.
El tiempo se detuvo al interior de la iglesia, las tradiciones e infraestructura recuerdan al siglo pasado, a la época del apogeo del oro blanco, cuando se destinaba el mejor vestido o traje para concurrir a la misa dominical.
Guillermina Alvarez, una de las directoras del centro católico, indicó que la iglesia de Victoria representa el último bastión de los pampinos. «Es un punto de encuentro para las miles de persona que nacimos y nos criamos en el desierto».
Los próximos pasos son recuperar algunos de los objetos valiosos que contaba la iglesia antes de su desmantelamiento en Victoria. Entre ellos está la pila bautismal que aún permanece en la salitrera, y el Santísimo que, al parecer, está en Pozo Almonte.
Las metas planteadas por las 70 socias contemplan la terminación del campanario de la iglesia, la implementación de la vereda que rodea el templo para así levantar una Gruta de Lourdes, «tal cual estaba en Victoria». Además planifican la construcción de una sala museo en la cual se pueda exhibir objetos para contar la historia de las oficinas salitreras.