La Guerra del Pacífico

La Guerra del Pacífico

Punto de vista de la Región de Tarapacá, Chile

La Guerra del Pacífico: La lucha por el control del salitre

A mediados del siglo XIX en Iquique y Pisagua, los dos puertos más importantes para el embarque de salitre hacia el mundo, la situación era de tranquilidad a pesar que el estado peruano se encontraba en una crisis económica debido a que le precio de su principal riqueza, el guano, iba de pica en los mercados mundiales.
Al mismo tiempo, el gobierno no recibía grandes divisas provenientes del salitre que, hasta el momento, se encontraba en manos de privados. Durante todo el siglo XIX la actividad salitrera tuvo impuestos intermitentes sobre la actividad. En este escenario surge el conflicto del gobierno peruano con los industriales salitreros. Uno de sus temores radicaba en el aumento progresivo de inversiones chilenas, inglesas y alemanas, en desmedro de los connacionales. Sin embargo, lo más alarmante era la bancarrota financiera del Estado.
El presidente de Perú, Manuel Pardo, decretó el Estanco del Salitre. Para ello el estado peruano empezó a comprar toda la producción en el mismo muelle en donde eran embarcados los quintales. El objetivo era revenderlos a un precio mayor hacia el extranjero.
La idea fracasó rotundamente debido a que parte de las salitreras eran de propiedad de sociedades chilenas que eran controladas por bancos con sede en Valparaíso. Estas entidades cortaron de inmediato los créditos a las oficinas salitreras dejando al borde de la quiebra a estas empresas. Para evitar la crisis del sector, el gobierno peruano desistió de su acción.
La arremetida ocurrió tres años después cuando en 1878 el presidente Mariano Ignacio Prado, decretó la expropiación de las salitreras mediante el pago de bonos o certificados a dos años plazo y gravó con un impuesto extraordinario a los productores independientes. Esta decisión significó una gigantesca fuga de capitales y endeudó al fisco peruano. La medida tampoco logró su objetivo.
Hacía más de una década que las compañías salitreras realizaban prospecciones en Atacama, Bolivia, encontrando caliche de buena calidad. Comenzaron su producción en forma inmediata. De esta manera ya tenían nuevos territorios para desarrollar sus industrias sin pagar al gobierno peruano.
En Tarapacá, mientras tanto, la presión contra el gobierno era grande. Los dueños de los certificados salitreros temían que los documentos no fueran cancelados en el plazo estipulado.
Paralelamente Chile y Bolivia mantenían desde 1866 un pacto para la explotación de Atacama libre de impuesto. El escenario cambió cuando Bolivia impuso un nuevo impuesto a la Compañía de Salitreras y Ferrocarril de Antofagasta, desconociendo el tratado suscrito.
La empresa se negó a cancelar ese tributo por lo que el fisco boliviano decretó el embargo de la compañía y la liquidación de sus bienes. En ese momento Chile pide la reivindicación de sus territorios comprendidos desde el río Loa hacia el sur.

El 14 de febrero de 1879 la Armada de Chile desembarca en Antofagasta y toma posesión del puerto. La Guerra del Pacífico había comenzado.

Iquique, Campo de Batalla

La ocupación de Antofagasta fue el primer paso que dio Chile para reivindicar sus territorios en el desierto de Atacama. A los pocos días de ocurrido el desembarco de tropas comandadas por el coronel Emilio Sotomayor, Perú dio a conocer la existencia de un pacto secreto suscrito con Bolivia en 1873.
En ese instante, el conflicto que se había limitado a Bolivia y Chile se transforma en una contienda que amenazaba con arrastrar a otros países latinoamericanos. Gracias a la pericia diplomática chilena y la llegada de nuevas embarcaciones para la armada nacional los de más países mantuvieron su neutralidad. Cuando las informaciones procedentes de Atacama se esparcían por territorio chileno, las tropas de Sotomayor subieron hasta la localidad de Calama el 23 de marzo recuperando de esta manera todo el territorio, entre el paralelo 24 grados hasta el río Loa, que hacia 50 años Bolivia ocupaba para desarrollar la incipiente industria salitrera.
En tanto, la ocupación de Antofagasta y Calama llegó a oídos bolivianos a fin de mes. Bolivia declara oficialmente la guerra a Chile. Durante un mes la situación se mantuvo en una tensa espera. Sólo el 5 de abril, aniversario de la batalla de Maipú, Chile declara la guerra a sus dos oponentes.
Ese mismo día comienza definitivamente la campaña marítima con el bloqueo de Iquique a primera hora del día. Hasta el lejano puerto llegó la Escuadra Nacional dirigida por el almirante, Juan Williams Rebolledo.
El primer encuentro naval ocurre frente a caleta Chipana el 12 de abril en donde la cañonera Magallanes enfrentó a las peruanas Unión y Pilcomayo. Luego de varias horas de escaramuzas ambas embarcaciones enemigas se retiraron del lugar.
Durante las cuatro semanas siguientes ocurren enfrentamiento en que buques peruanos atacan puertos y bombardean embarcaciones comerciales chilenas, mientras que la escuadra Nacional esperaba en Iquique ordenes provenientes de Santiago para atacar El Callao, puerto que estaba convertido en una verdadera fortaleza que cobijaba las principales naves peruanas. En esos días habían llegado informaciones indicando que la escuadra de Perú se encontraba en reparaciones y alistándose para un inminente ataque a gran escala. A principios de mayo, el comandante de la Escuadra Nacional decide ir hasta El Callao con el objetivo de lograr un combate frontal con las naves peruanas. En Iquique deja a la Esmeralda y la Covadonga bloqueando al puerto.
Sin embargo, en esa fecha, Perú ya se encontraba preparado para el contraataque. Se presume que las naves chilenas y peruanas se cruzaron el 19 de mayo en alta mar sin que ninguna de ellas se diera cuenta de la situación. Una espesa bruma impidió la visibilidad.
Cuando las naves chilenas Blanco Encalada, Cochrane y O’Higgins llegan a El Callao el 22 de mayo de 1879 vieron que las principales naves enemigas, el Huáscar e Independencia, no estaban atracadas. El Combate Naval de Iquique había ocurrido un día antes.

Combate Naval de Iquique: Heroísmo y valor sobre el mar

Comerciantes, trabajadores, niños y dueñas de casa corrieron hasta la playa para ver la llegada del Huáscar y la Independencia en la mañana del 21 de mayo de 1879, cuando se cumplía un mes y medio de bloqueo que naves chilenas al puerto de Iquique.
Pasado el mediodía, esta situación cambiaría drásticamente con el hundimiento de la Esmeralda y la muerte del capitán Arturo Prat y el resto de la tripulación.
En esa mañana la Covadonga, comandada por Carlos Condell, patrullaba el exterior de la bahía, mientras la Esmeralda permanecía cerca de la costa desarrollando reparaciones menores. Cerca de las ocho de lamañana el vigía de la Covadonga detectó “humos al norte” que fueron identificados minutos después como el Huáscar y la Independencia. Inmediatamente notificaron a Prat sobre esta noticia.
Luego de dar la orden de alerta, Prat arengó a su tripulación de cubierta. “Muchachos, la contienda es desigual. Nunca se ha arriado nuestra bandera ante el enemigo, y espero que esta no sea la ocasión de hacerlo. Mientras yo viva esa bandera flameará en su lugar y si yo muero, mis oficiales sabrán cumplir con su deber ¡Viva Chile!”.
De inmediato cayó entre ambas naves chilenas la primera granada del Huáscar, comandado por Miguel Grau. Prat se acercó aún más a tiera para así evitar que el acorazado peruano no lanzara las balas ente el peligro de herir a sus compatriotas en el puerto. En tanto que laCovadonga salió de la bahía iquiqueña lo más apegada a la costa, al mismo tiempo que la Independencia, comandada por Guillermo Moore, lo perseguía de cerca.
En tanto el transporte Lamar tomó rumbo hacia el sur, también muy apegado a la costa. Su capacidad bélica era tan reducida que no era un objetivo certero ante los ojos peruanos.
El ataque por mar del Huáscar fue complementado por el fuego que desde tierra lanzaron las baterías peruanas dirigidas por el jefe del Estado Mayor en Iquique, coronelBenavides. Una de las granada mató a tres tripulantes y un segundo impacto eliminó a otros tres chilenos.
Por más de una hora y media se prolongó el combate sin que la Esmeralda sufriera daños por los cañones peruanos. La corbeta correspondía con cañones de 40 libras. Sus balas rebotan en la cubierta de acero delHuáscar.
El teniente segundo Ignacio Serrano estaba a cargo de la batería de ataque contra el acorazado, el teniente Juan Francisco Sánchez, estaba atento a la contraofensiva hacia tierra. Prat permanecía en el puesto de mando y Luis Uribe en proa dirigiendo a sus hombres.
Cerca de las once de la mañana el ataque peruano subía en intensidad. Uno de los impactos originó un incendio en la cubierta de la corbeta. Después la nave se quedó sin calderas y con un agujero en su estructura que iba de babor a estribor. Sin embargo, sus hombres continuaban con un insistente ataque de artillería pesada y fusilería que no causaba estragos en elHuáscar.
A las 11.40 horas Grau decidió atacar con el espolón del Huáscar. El acorazado se lanzó contra la corbeta que alcanzó a virar unos cuántos metros para recibir el primer impacto a la altura de la toldilla, mientras que los cañones despedazaron a 40 marineros.
De inmediato Prat saló al abordaje sólo secundado por el sargento por Juan de Dios Aldea. Su grito de combate fue ahogado por el ensordecedor sonido del choque de ambas naves y el fuego cruzado.Grau separó inmediatamente el buque imposibilitando que otros marinos siguieran a Prat. Alcanzó a dar unos cuantos pasos cuando un proyectos lo hirió. Por un momento alcanzó a apoyarse con una rodilla, sin embargo, la irrupción de un marinero peruano lo acribilló instantáneamente. En tanto que el sargento Aldea se apoyaba moribundo en uno de los palos del monitor peruano.
El segundo comandante de la Esmeralda, Luis Uribe, no logró evitar el segundo espolonazo. El impacto produjo la inundación de la sala de máquinas de la corbeta. Ignacio Serrano saltó al abordaje junto a otros doce marinos que fueron cayendo uno a uno en la cubierta delHuáscar.
Para ese momento, la Esmeralda se encontraba completamente detenida, sumergiéndose y con la mitad de su tripulación masacrada.
Veinte minutos después Grau dio el tercer y último espolonazo en el centro de la nave. La fuerza del golpe la partió en dos. En medio del caos, el cornea Gaspar Cabrales, un niño de 13 años, continuaba tocando la campana de zafarrancho cuando un cañonazo lo mató en forma instantánea. Un compañero del menor, cabo de marina Crispín Reyes, tomó el puesto y continuó con el trabajo hasta que murió acribillado por el fuego peruano., El marinero Pantaleón Cortés lo reemplazó hasta el final del combate.
Mientras el barco se hundía, el guardiamarina Riquelme, disparó el último cañonazo. A las 12.10 horas, la Esmeralda desapareció bajo las aguas iquiqueñas. La bandera chilena fue lo último que cubrió el océano.
Sólo sobrevivieron 59 marinos de los 200 que componían la tripulación de la Esmeralda. Los que salvaron dieron su testimonio de lo que ocurrió durante la mañana del 21 de mayo de 1879.
Tripulación de la Esmeralda
  • Capitán de corbeta Arturo Prat.
  • Tenientes primero Luis Uribe y Juan Francisco Sánchez.
  • Teniente segundo Ignacio Serrano.
  • Guardiamarinas Ernesto Riquelme, Arturo Fernández Vial, Vicente Zegers y Arturo Wilson.
  • Cirujano Primero Teniente, Cornelio Guzmán.
  • Ayudante de Cirujano, Germán Segura.
  • Contador, Juan D. Goñi.
  • Ingenieros Eduardo Hyatt , Vicente Mudilla, Dionisio Manterola e I. Gutiérrez de la Fuente.
  • Jefe de la Guarnición, subteniente Antonio Hurtado.
  • Segundo jefe sargento primero, Juan de Dios Aldea.


Chile domina el Pacífico

Combate de Punta Gruesa y Angamos

La corbeta Esmeralda estaba sumergida bajo aguas iquiqueñas mientras que su compañera, la Covadonga, continuaba escapando del ataque peruano. Su menor tamaño era una ventaja táctica que su comandante Carlos Condell aprovechó desde el primer momento. Se mantuvo durante toda la persecución lo más cerca de la costa que su pequeño calado le permitía.
De esta manera ambas naves llegaron hasta las inmediaciones de Punta Gruesa en donde Condell sintió que su nave, de sólo 412 toneladas, encalló con una roca. Inmediatamente el marino inició una maniobra táctica y obligó a la independencia, de 2 mil toneladas, pasar por unos roqueríos. El acorazado encalló. Condell aprovechó la acción y disparó seis tiros de cañón. El ataque fue fatal para la embarcación peruana, que hizo agua casi de inmediato. A los pocos minutos arriaron la bandera y se rindieron ante los chilenos.
Sin embargo, la Covadonga se dirigió de inmediato hacia Iquique para auxiliar a la Esmeralda. A medio camino divisó el Huáscar que navegaba en dirección contraria. Para evitar un enfrentamiento directo con el acorazado, Carlos Condell, tomó rumbo hacia Antofagasta, sabiendo que la suerte de la corbeta ya estaba consumada.
En Punta Gruesa quedó impactado por el estado en que se encontraba la Independencia. Luego de rescatar a los sobrevivientes y quemar la embarcación regresó a Iquique en donde la gente les dio una gran bienvenida.

RESTOS MORTALES
En Iquique permanecían como prisioneros Uribe, Sánchez, Wilson, Zegers, Fernández Vial, y 51 marineros que fueron rescatados por los botes del Huáscar, luego que la Esmeralda zozobrara. Serrano falleció esa misma tarde. En tanto que el sargento Juan de Dios Aldea murió tres días después, tras una larga agonía.
Los Cadáveres recuperados de las aguas eran depositados en la calle existente entre el antiguo muelle de pasajeros y el edificio de la ex Aduana. Miembros de la colonia española tomaron la iniciativa y decidieron dar cristiana sepultura a las víctimas del combate. Los libros de historia identifican a Eduardo Llanos y a Benigno Parada como las personas que organizaron los entierros en el cementerio de la ciudad.
La impresión de la gesta de Prat y sus hombres caló profundo tanto entre los peruanos, chilenos y en distintos puntos del mundo. El mismo almirante Grau recogió la espada y los efectos personales del capitán Arturo Prat y los envió a la viuda Carmela Carvajal junto a una carta.
El mensaje decía que Prat “fue víctima de su temerario arrojo en defensa y gloria de la bandera de su patria”.

El CONTROL DEL MAR
Luego del fracaso de sus incursiones en Arica y El Callao, para sorprender a la armada peruana, la Escuadra Chilena comandada por el almirante Juan Williams Rebolledo regresaba a Iquique con los rumores del hundimiento de la Esmeralda y la victoria obtenida en Punta Gruesa. Con la destrucciòn de la Independencia, Perú perdía el 50 por ciento de su poderío naval. Desde ese momento el Huáscar se convirtió en el príncipe objetivo para reducir y lograr el dominio del mar.
Luego de persecuciones y ataque menores en Antofagasta, el Huáscar regresó rápidamente hasta que Iquique al escuchar que la Escuadra Chilena se dirigía a esa aguas.
El Cochrane y el Abtao se quedaron atrás debido a que tenían escasa reservas de carbón para sus calderas, por lo que el Blanco Encalada y Magallanes decidieron enfrentar al acorazado. La persecución de los peruanos se prolongó por lapso de 8 horas sin que ningún bando lograra reducir al enemigo.
Luego ocurrió el Segundo Combate Naval de Iquique el 9 y 10 de julio de 1879 entre la cañonera Magallanes y el monitor Huáscar.
Durante cinco meses de permanentes correrías por la costa el Huáscar fue capturado frente a Mejillones, en Punta Angamos, el 8 de octubre de ese mismo año. El camino quedó abierto para el avance del Ejército en tierra enemiga.

Campaña de Tarapacá, El Ejército entra en acción

Mientras Iquique permanecía aún bajo el dominio peruano, el Ejército chileno comenzó el movimiento de las tropas hacia el puerto de Pisagua. El objetivo era tomar los territorios aledaños y luego bajar desde el norte hasta la capital de la provincia.
La campaña de Tarapacá comenzó el 2 de noviembre de 1879 bajo las órdenes del comandante en jefe del Ejército, general Erasmo Escala. El primer objetivo estaba definido: Pisagua.
Para realizar esta acción -el primer desembarco anfibio de la historia a nivel mundial- las tropas compuestas por 9 mil 500 hombres, partieron desde Antofagasta en 14 vapores y un velero, siendo escoltados por el Cochrane, Magallanes, O’Higgins, la Covadonga y el buque insignia de la escuadra nacional, el Amazonas. El jefe encargado del transporte de las fuerzas chilenas era el vicealmirante Patricio Lynch, quien viajaba en el Itata.
A las siete de la mañana comienza el ataque de los chilenos, los buques cargan su artillería contra los dos fuertes existentes en los extremos norte y sur del puerto de Pisagua. El bombardeo se extiende hasta las 10 horas cuando llegan las naves con los primeros 450 hombres destinados a tomar la playa y las instalaciones más cercanas a la costa.
En medio de un fuerte fuego y los constantes cañonazos hacia los fuertes peruanos, el grupo de avanzada logró apoderarse de un peñasco y esperaron 45 minutos hasta el arribo del segundo grupo de mil 300 soldados. Con este contingente inician la escalada de los cerros para tomarse las principales posiciones enemigas, logrando la retirada de los peruanos en poco más de dos horas. A las tres de la tarde Pisagua era de dominio chileno.
La primera preocupación del general Escala era conseguir agua para las topas. Con este objetivo un escuadrón de caballería al mando del general José Francisco Vergara avanzó hacia el interior siguiendo la línea férrea. En el sector de Pampa Germania se enfrentan a un contingente de 160 aliados peruano-bolivianos el 6 de noviembre. Logran dominar las inmediaciones de la oficina Agua Santa y Dolores. Su ubicación fue conocida por el enemigo. El grueso de las tropas aliadas estaban acantonadas en La Noria y Pozo Almonte e inician su larga caminata en busca de los chilenos.
Dos semanas después de ocupada Pisagua y reabastecida la tropa, los chilenos subieron hasta la estación Dolores y se atrincheraron en el cerro San Francisco con la intención de proteger las aguadas existentes en el sector. Ya el 10 de noviembre había cerca de seis mil chilenos bajo el mando del coronel Emilio Sotomayor esperando a los aliados que venían de Pozo Almonte.
El 19 de noviembre derrotaron al Ejército de Perú-Boliviano, que se retiró a la sierra.
Mientras tanto Iquique quedó desprotegido luego que el jefe de la plaza de ese puerto, general José Miguel Rin, recibió órdenes del alto mando para reunirse en la Quebrada de Tarapacá con las tropas sobrevivientes de la Batalla de Dolores.
Los peruanos dejaron la ciudad a cargo de los cónsules residentes, quienes subieron al Cochrane y pusieron a Iquique a disposición del almirante Juan José Latorre. El 23 de noviembre llegó al puerto el ministro de Guerra, Rafael Sotomayor, quien tomó posesión oficialmente de Iquique y designó al capitán de navío Patricio Lynch como comandante de armas y gobernador civil y militar de la plaza.
Dos días después, personas respetables de la sociedad iquiqueña se reunieron para constituir la municipalidad de Iquique el 25 de noviembre de1879.
La junta municipal fue convocada por Lynch, quien presidía el organismo. En la primera sesión se determinaron los cargos.
Como alcalde fue designado Eduardo de Lapeyrouse; Máimo Rosenstock, teniente alcalde; los síndicos G.H. Schmidt y Eduardo Llanos; Ugo Rossi, inspector de policía, higiene y mercado; J.J. Watson inspectos de hospital, cementerio y camas; Carlos Frerant, inspector de cárceles; Mauricio Jewel, inspector de espectáculos, ornato y aguas; y Marcos J. Aguirre, secretario.
Cuatro días después el coronel Emilio Sotomayor subió a la pampa para ocupar la quebrada de Tarapacá. El militar pensaba que las tropas aliadas era pocas. Sin embargo, se llevó una sorpresa cuando vio que el número de soldados ascendía a los 4 mil. A pesar de esta derrota en Tarapacá, Chile ratificó su soberanía en la provincia luego que el ejército del Perú se retirara hacia el norte.
En menos de un mes se había ocupado la provincia de Tarapacá. El próximo paso era Tacna y la fortaleza que representaba el Morro de Arica.

Avanzando en territorio peruano

Entre el 25 de febrero y el 18 de marzo de 1880, más de doce mil soldados chilenos bajo el mando del general Manuel Baquedano desembarcaron en el puerto de Ilo, ubicado al norte de Tacna. En un largo trayecto por pleno desierto llegaron a la localidad de Moquehua donde el enemigo se había retirado para parapetarse en Los Angeles, sitio de altura que dominaba todo el valle. El combate de Los Angeles comenzó al anochecer del 21 de marzo en forma silenciosa ascendiendo sin que los aliados se percataran de la acción. A las 10.30 de la mañana los peruanos se declararon derrotados y huyeron hacia Arequipa.
Luego continuó la ocupación de Bellavista y de inmediato el Ejército avanzó hacia Tacna en donde se desencadenó la total derrota de los aliados en la batalla de Alianza ocurrida el 26 de mayo. La pelea se prolongó durante toda la mañana en un extenso campo en donde los aliados lograron mantener su posición durante largas horas hasta que el Ejército chileno logró debilitarlos atacando por distintos frentes a la vez.
Con esta nueva derrota de los aliados el ejército boliviano se retiró de la guerra y dejó a Perú en un posición complicada.
Chile no esperó. Inmediatamente avanzó hacia Arica en donde se tomaron la fortificación del Morro de Arica en 55 minutos. La fuerza de ataque chilena fue comandada por el coronel Pedro Lagos. En tanto que el Morro de Arica estaba bajo el mando del coronel Francisco Bolognesi.
El asalto y toma de la fortificación, ocurrida el 7 de junio de 1880, marcó el fin de la guerra en la provincia de Tarapacá.
Más adelante vino la campaña de Lima con la Batalla de Chorrillos el 13 de enero de 1881 y la batalla de Miraflores el 15 de enero de ese mismo año. Con estas acciones los chilenos ocuparon la capital de Perú. Por su parte, la resistencia se trasladó a la sierra donde se extendió la guerra. El 26 de julio ocurrió la Batalla de Sangra y el 9y 10 de julio de 1881 acontece la Batalla de Concepción.El último enfrentamiento de la guerra ocurrió en Huamachuco el 10 de julio de 1883.