Los jardines infantiles y salas cuna son la primera línea de defensa con que la red de protección social que existe en el país puede conocer la ocurrencia de maltrato infantil.
La educadora de párvulos es el primer adulto que puede reconocer signos físicos o cambios en el comportamiento en el menor que podrían indicar la posibilidad de maltrato.
Para Layleen González, directora regional de Integra, en ocasiones la madre no quiere reconocer que su hijo fue maltratado «porque el agresor es quien trae el sustento económico a la casa».
Ante esta posibilidad existen profesionales que pueden orientar sobre el tema y derivar la investigación hacia el Sename.
También afirma que el maltrato infantil es una realidad que atraviesa todos los estratos sociales. «Tampoco es una característica que ocurre en los países en vías de desarrollo. Hay casos graves como la pornografía infantil en Europa. Ocurre en todo el mundo».
También señala que el maltrato infantil no es una característica contemporánea de la sociedad chilena en particular, sino que está presente a través de toda la historia de la humanidad, «porque la posición de la infancia siempre ha estado en un segundo plano».
«En Chile, el hecho de ser niño implica estar en una posición de desmejoría en relación con el resto de las personas».
La fundación Integra está trabajando para terminar con esta situación Su trabajo va desde mejorar la calidad de vida de los niños que está en los dos quintiles inferiores de pobreza, según la Encuesta Casen, y entregar a los padres pautas de educación para que sepan cómo solucionar los problemas en la crianza de los hijos.
Una parte importante de este trabajo significa ayudar al niño que está siendo víctima de maltrato y abuso.
De acuerdo a la experiencia en los casos, un niño maltratado puede seguir con su vida adelante si existe un adulto de referencia que lo guíe. «Puede ser un pariente o una persona cercana, incluso su vecino».
Si luego del episodio de maltrata, hay que rehacer las conexiones familaires, una buena manera de rehacer esos lazos están en que el adulto juegue con el menor.
TRABAJO
En la Primera Región Integra posee 30 jardines infantiles que implica una atención a 2.800 en edad parvularia.
Durante el 2003 y en los próximos meses Integra desarrollarán varios talleres para capacitar sus educadoras, auxiliares y personas que trabajan directamente con los niños para conocer la temática del maltrato infantil.
Esta capacitación implica la entrega de concepto y terminar con algunas ideas prejuiciosas que dañan a los niños. «Los prejuicios normales radican en que muchos adultos creen que los niños mienten en el tema del abuso o que manipulan a las personas. Los adultos establecen a los niños características que son aplicadas a personas mayores».
Al igual que otras instituciones sociales, el deber del funcionario de Integra en dar a conocer el caso a Sename. «Nuestro rol es acoger al niño y preguntar qué es lo que está ocurriendo».
Las educadoras de Integra han detectado maltrato y abuso en niños que asisten a los jardines. Eso sí, no se han registrado casos en que el agresor se encuentra al interior del recinto. «Pero si ocurre estamos en condiciones de realizar las medidas necesarias para velar por la reparación del daño en el niño. Lo primero que haríamos sería separa a las personas de sus funciones habituales».
El rol de Junji
Otra institución que se encuentra en la primera línea para detectar casos de maltrato infantil en la Junta Nacional de Jardines Infantiles. Este organismo tiene como función administrar y fiscalizar el funcionamiento de los parvularios que existen en la región.
Cualquier irregularidad o denuncia que desee realizar el usuario del sistema recae en el jefe de la unidad de atención de Junji, Luis Morales.
Durante el 2003 se registraron 21 denuncias relacionadas con problemas administrativos que afectaron al niño. Sólo tres están relacionadas con maltratos «y fueron solucionados con satisfacción de la parte afectada».
También hubo dos reclamos en jardines particulares
Estas cifras contrastan con la cantidad de jardines que administra Junji en la Primera Región. En total con 72 establecimientos que atienden a 6.400 niños.
Sostiene que el control que hace Junji genera que los padres prefieran los jardines que están bajo la fiscalización del organismo. «Es una especie de sello de calidad que implica buenas condiciones de espacio, personal capacitado y que cumpla con las normas para no vulnerar los derechos de los niños».
Junji también tiene la responsabilidad de empadronar a los jardines particulares que ofrecen sus servicios. En la región controlan a 29. Sin embargo, reconoce que la cifra de jardines no empadronados es mayor.