Años de gloria de la industria pesquera en Iquique y su declive económico

El período entre 1980 y 1986 es considerado como el mejor de la industria pesquera llegando a capturar tres millones de toneladas métricas. De ese período la mayoría de los iquiqueños recuerda el olor que emanaba cuando las plantas iniciaban sus períodos de producción a toda máquina. Como importaba más su resultado que la molestia momentánea, fue bautizado como “olor a dólar”.

José Cáceres, tripulante pesquero, ingresó a la industria en el momento de mayor auge del sector. El recuerda que el “boom” de la sardina española era comentado por todos, pero nadie se percataba que la sobreexplotación destruiría los recursos dentro de una  década. En ese tiempo aún no se hablaba de trabajo sustentable.

Mientras más se producía, más aumentaba la capacidad de las embarcaciones. En menos de 20 años, de una goleta para 80 toneladas, se había aumentado a barcos de 250.

De esta manera, surgió un nuevo cambio en la modalidad de trabajo. Las tripulaciones se redujeron al mínimo necesario: once personas, un motonetista, un patrón de pesca y nueve trabajadores de cubierta.

Nuevo auge pesquero

En 1980 el desembarque de pescado sobrepasó el millón 100 mil toneladas anuales, siendo la anchoa, caballa, jurel y sardina española los principales productos extraídos.

Estos productos eran elaborados por nueve empresas fabricantes de harina y aceite de pescado, tres conserveras y cinco congeladoras.

Las nuevas empresas que se agregaban al extenso listado eran Aripeex, Pesquera del Norte, Frigomar, Skorpio y Oceánica.

En 1984 el volumen de captura llegó al millón 800 mil toneladas anuales, cubriendo el 59 por ciento de la producción nacional. A estas alturas el empleo directo sobrepasaba los 6 mil trabajadores, teniendo un aumento explosivo en siete años del 66 por ciento.

Pero la década del 80 finalizó con un oscuro augurio: los primeros indicios del fenómeno de El Niño, que produjo una baja importante en los recursos marinos.

En 1983 los barcos industriales en la región ascendían a los 161 y funcionaban en la zona 29 plantas. Ese mismo año los efectos de la crisis se hicieron sentir. La producción iquiqueña sólo llegó a las 839 toneladas anuales. De ahí en adelante la producción va en picada llegando a 1998 con un desembarque de 103 toneladas de pescado. Ese año se hizo un catastro de los trabajadores que participaban de la industria y las cifras a nivel regional fueron alarmantes: pescadores, 142; tripulantes, 113; buzos mariscadores, 508; recolectores, 349; y armadores 560. En total, sólo alcanzan los 1.793.

Cifras en decadencia

Para muchos la crisis golpeó más fuerte en 1998. Estadísticas de Prochile muestran el impacto del problema. Hasta antes de 1997 cada pesquera aportaba en promedio 522 millones de pesos a la economía de Iquique.

En 1998 estos recursos disminuyeron, pero al iniciar el siglo XXI se especulaba que el aporte por empresa, luego de la crisis, sería de 890 millones de pesos. Todas juntas generarían recursos de 3 mil 200 millones.

Entre 1990 y 1997 la industria pesquera representaba el 30 por ciento de todas las exportaciones que generaba la Primera Región, pero las esperanzas decayeron en 1998.

La diferencia entre 1997 y 1998 fue abismante a nivel regional. El desembarque disminuyó en un 87 por ciento, llegando sólo a las 215 mil toneladas a diferencia de las mil 469 millones de toneladas capturadas en el período anterior.

Otro ámbito que grafica la mala situación de la industria fue la caída de la producción en general en un 87 por ciento en sólo un año. La harina de pescado tuvo una baja del 95 por ciento entre 1997 y 1998.

En 1998 las pesqueras disminuyeron su planta de trabajadores en un 30 por ciento y determinaron un ciclo de operación intermitente, dependiendo de la presencia de cardúmenes en el área de extracción.

Según un informe del Gobierno Regional, durante 1999 hubo 124 naves en funcionamiento o en condiciones de trabajar. Por su parte el Consejo Zonal de Pesca estima que en Iquique trabajan cerca de mil 900 personas en el sector pesquero industrial, cifra inferior en un 37 por ciento a 1997.

Sobreexplotación

La sobreexplotación del recurso fue evidente en 1996. La sardina española desapareció de las costas iquiqueñas y nuevamente la industria miró hacia la anchoveta que, aunque de menos valor comercial, tuvo que sustentar toda la industria.  A pesar de estos cambios, a mediados de los noventa hacen su debut las embarcaciones de 550 y 600 toneladas, que reducen la flota y la tecnifican aún más.

Desde esa fecha en adelante el promedio extraído de anchoveta nunca superó el millón de toneladas y seguía bajando. El golpe de gracia lo daría más tarde el fenómeno de El Niño con sus aguas cálidas que espantó los cardúmenes hacia otras zonas.

Harina prime

En los noventa el precio de la harina sufrió también una leve disminución. El mercado mundial ya no veía  con los mismos ojos la harina corriente que se producía hace cuarenta años en Iquique. Los nuevos requerimientos del mercado de alimento para animales exigía un producto de mejor calidad: la harina “prime”.

Este producto más refinado está compuesto sobre la base de anchoveta fresca. El principal requerimiento es que el pescado sea procesado a pocas horas de su extracción, con esto se asegura una harina de mejor calidad y mayores nutrientes.

En esta última etapa, según Hugo Herrera……, la pesca industrial cambiará a lo que la comunidad está acostumbrada. “Ya no veremos grandes volúmenes de carga. Ahora lo esencial será la calidad y la entrega de una harina especial en concordancia a lo que pide el cliente”.

Otro aspecto que prevé para esta nueva etapa es la tecnificación del trabajo y la mantención de un reducido grupo de tripulantes por cada nave. La disminución de la flota y la contratación a plazo fijo son las dos características, que a su juicio, marcarán la industria pesquera en el siglo XXI. 

Corpesca

La mayor evidencia de la crisis pesquera y el esfuerzo por salvar la industria del colapso se vio reflejada en un hecho ocurrido el  27 de agosto de 1999, cuando  se anuncia el despido de todos los trabajadores pesqueros y la fusión de las empresas Iquique-Guanaye, Eperva y Coloso en una nueva entidad denominada Consorcio Pesquero del Norte S.A., Copenor.

La integración de dos empresas relacionadas con el grupo Angellini y una de la familia Menéndez  Lecaros pretendía mejorar la competitividad y la sinergia en la actividad pesquera, teniendo de esta manera mayores oportunidades de permanecer activo en el rubro.

Para operar el sistema la nueva empresa recontrató a la mayoría de los ex operarios de las pesqueras.

De esta forma Eperva controlaría  el 46,36 por ciento del Consorcio; Iquique-Guanaye, el 36,64 por ciento; y Coloso el 23 por ciento restante.

Bajo este nuevo sistema quedarán controladas trece plantas pesqueras distribuidas en Arica, Iquique, Tocopilla y Mejillones, junto con 80 embarcaciones dedicadas a la extracción de recursos.

Según el administrador en Iquique de Copenor, José Carreño, la nueva entidad ha logrado mantenerse y proyectarse a futuro debido a que funciona como un consorcio y aunó instalaciones y esfuerzos para vender en un frente común la producción pesquera.

Contaminación y medioambiente

En 1999 otro problema serio afectó a las pesqueras.  La industria daba pasos para salir de su crisis e improductividad cuando se topó con denuncias medioambientales que la acusaron de provocar contaminación en la bahía norte de Iquique.

La problemática partió el 31 de enero de 1999 cuando se levantó la veda de la anchoveta y las pesqueras encendieron sus plantas productoras de harina de pescado.

El 3 de febrero la seremi de Salud, Miriam Escobar y  otras autoridades visitaron las pesqueras Camanchaca e Iquique-Guanaye para revisar su proceso productivo y reiterar la norma sobre emanación de gases y malos olores. Días antes la población ya había captado fuertes olores producidos por la cocción del pescado.

El llamado de alerta apareció el viernes 5 de febrero de 1999 cuando la bahía norte de Iquique fue contaminada y ocurrió una enorme mortandad de peces. En esa ocasión el Club de Yates de Iquique interpuso un recurso de protección en nombre de la población local.

El 10 de febrero el Servicio de Salud multó a las pesqueras Coloso y Camanchaca, luego que se comprobó que ambas no cumplían con las normas en el procesamiento de materia prima, lo que provocó la contaminación ambiental y los malos olores.

Camanchaca tuvo que pagar más de tres millones 200 mil pesos. En tanto que Coloso fue multado con seis millones 400 mil pesos.

El 15 de febrero, durante una visita a Eperva y Camanchaca del ministro de Salud subrogante, Alvaro Erazo, se dio a conocer que en el agua de la bahía se detectó “formaldehído”, sustancia que es usada como preservante.

Dos días después la bahía norte amaneció con una mancha enorme de petróleo. Nadie se hizo responsable del hecho. Ese mismo fin de semana, en  el sector del Club de Yates surge un nuevo capítulo de contaminación marina: otra “mancha oscura” invadía las mansas aguas utilizadas ahora para la navegación turística.

El miércoles 24 el Servicio de Salud anunció que las Pesqueras Camanchaca y Coloso fueron clausuradas por 48 horas, debido a que reincidieron en el incumplimiento de las normas sobre contaminación ambiental y malos olores detectados por la población.

A partir de ese momento las empresas comenzaron con un proceso fuerte de reconversión tecnológica, que en un plazo de cinco años debería limpiar definitivamente la bahía iquiqueña y permitir el resurgimiento de la vida marina en el sector.

El resultado de ese proceso debe conocerse el año 2004.

Aporte a Iquique

La industria pesquera hoy debe soportar fuertes regulaciones ambientales, marítimas, pesqueras, laborales. Esas disposiciones, que entre el año 1938 y 1990 sumaban 838 normativas.

Según algunos analistas esta cantidad de control constituye un “excesivo celo” que ha impedido el repunte de la industria y pese al cual las pesqueras aún se mantienen como el segundo sector productivo que genera mayor cantidad de riquezas para la región, después de la minería.

El aporte económico mensual de las industrias pesqueras actuales Corpesca S.A., Camanchaca y Península, para la ciudad de Iquique es del orden de los $2.116.000.000 mensuales y en materia de exportaciones lidera la economía regional y nacional, luego del sector minero con exportaciones que superan los 560 millones de dólares en ingresos para la región, de acuerdo a cifras de Prochile. 

Productores mundiales 

Actualmente hay tres empresas pesqueras operan en las costas iquiqueñas.

Ellas son Corpesca S.A., la mayor industria del sector; Camanchaca y Península, las que juntas generan más de 1400 empleos directos y cerca de 5000 indirectos, entre maestranzas, contratistas en pintura, materiales, y proveedores en general.

El país pionero en producción de harina de pescado fue Noruega; hoy los principales productores son Perú y Chile y, dentro de Chile, Iquique ocupa el lugar de avanzada. Todo indica que así seguirá siendo durante el presente siglo.