Cepas patrimoniales únicas como la canela y la reciente llegada de variedades francesas gracias a la vida Aresti reabren la posibilidad de una zona que fue epicentro de producción de vino en el desierto de Atacama hace un siglo.


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Cepas patrimoniales únicas como la canela y la reciente llegada de variedades francesas gracias a la vida Aresti reabren la posibilidad de una zona que fue epicentro de producción de vino en el desierto de Atacama hace un siglo.


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