
Reportaje de La Nacion.com: “Yo prefiero no estar en Facebook”
Hay personas que prefieren alejarse de Facebook. Tienen diferentes razones. Varias de ellas se pueden resumir en que, al final del día, Facebook es poco interesante.
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Reportaje de La Nacion.com: “Yo prefiero no estar en Facebook”
Hay personas que prefieren alejarse de Facebook. Tienen diferentes razones. Varias de ellas se pueden resumir en que, al final del día, Facebook es poco interesante.
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A pesar de los años en que Julio Pérez Silva sembró el terror en Alto Hospicio, su caso no es único. En Chile existen varios sicópatas que mantuvieron en vilo a la comunidad y lograron burlar por varios meses a las autoridades policiales.
El caso más emblemático corresponde al Chacal de Nahueltoro. El 20 de agosto de 1960, Jorge del Carmen Valenzuela Torres, se acercó hasta su conviviente de 38 años de edad, Rosa Rivas, en busca de la pensión de viudez que la mujer debía retirar cada mes en San Carlos, Séptima Región. Pero en esa ocasión su pareja no tenía el dinero y por ello reaccionó en forma violenta. Tomó la guadaña con la que trabajaba en el campo, le dio muerte en el lugar. Luego, hizo lo mismo con los cinco hijos de la mujer, entre ellos, un bebé.
Horas más tarde, Quelo Dinamarca, dueño del Fundo Chacayal, encontró los cuerpos. De Valenzuela, nada se supo hasta un mes después, cuando la policía lo encontró en el campo.
El “Chacal de Nahueltoro” fue fusilado el 30 de abril de 1963 en la cárcel de Chillán.
DUBOIS
Además de este caso que causó interés nacional, la prensa posee antecedentes que se remontan a principios del siglo XX. Uno de ellos es Emil Dubois, quien fue apodado “el genio” o “el artista” debido a su mirada atemorizante, su gran amabilidad y su capacidad para manipular personas y situaciones. Este francés de buenos modales se instaló en Valparaíso, donde llevó a cabo una vida tranquila mientras cometió diez crímenes.
Dubois utilizó su aspecto de caballero para ingresar a los inmuebles de sus víctimas y matarlas a sangre fría. Dubois se transformó en el primer condenado a muerte por el sistema judicial chileno.
VIÑA Y MAIPU
Sin embargo, uno de los más aterradores fueron los sicópatas de Viña del Mar, el carabinero Jorge José Sagredo Pizarro y Carlos Alberto Topp Collins, quienes cometieron diez asesinatos y cuatro violaciones.
Sus ataques en la Quinta Región durante agosto de 1980 y noviembre de 1981 sembraron el pánico entre la población. Tras un largo proceso, los dos inculpados fueron fusilados la madrugada del 29 de enero de 1985.
Un episodio más reciente ocurrió entre diciembre de 1994 y octubre de 1995. Durante ese lapso el pánico se apoderó de los habitantes de la zona poniente de Santiago. Una pareja de individuos, que se movilizaba en un automóvil secuestraba a jóvenes mujeres para luego violarlas en forma reiterada. Los plagios de las muchachas duraba varios días y posteriormente eran abandonadas en la vía pública.
El caso, que generó alarma pública, fue bautizado como el de “los violadores de Maipú”. Las víctimas fueron 10 y se estableció que los ultrajes eran filmados con el objeto de ser comercializados en el extranjero como cintas pornográficas. Sin embargo, los videos nunca aparecieron.
En octubre de 1995, la pareja conformada por el ex presidiario David Calisto Núñez y Alicia Quijada, ambos de 34 años, fue hallada muerta en un inmueble de la comuna de Lo Prado.
En tanto que el caso del chacal de Alcohuaz involucró a Juan Domingo Salvo, quien asesinó a una mujer y sus tres hijos al interior del Valle del Elqui.
El asesino se dedicaba a la agricultura y leía poesía. El 25 de noviembre de 1990, fue a visitar a su vecina para pedirle que retirara una denuncia en su contra por intento de violación de su hija de tan sólo ocho años.
Cuando la discusión se tornó acalorada, Salvo simplemente cogió un hacha y asesinó a la mujer y sus tres hijos. Ya en la cárcel se determinó que el sujeto en 1975 había sido condenado a diez años de cárcel por matar a su padre y a su hermana.
El examen del Servicio Médico Legal reveló que Salvo tenía “una personalidad sicopática, antecedentes de anomalías en la esfera sexual y de consumo excesivo de alcohol”.
En 1993 fue condenado a muerte, pero la muerte le fue conmutada a presidio perpetuo.
EL TILA
Roberto José Martínez Vásquez, de 26 años de edad, más conocido como “El Tila”, fue sindicado en julio de 2002 como el “sicópata de La Dehesa”. Durante los 33 días que duró su reino de terror en el barrio alto de Santiago, cometió cuatro ataques que involucraron a 4 mujeres, dos varones y un niño. “El Tila”, atacaba de día, violaba a las mujeres, golpeaba a los hombres y permanecía varias horas dentro de los hogares. Durante la noche regresaba a la cárcel de Puente Alto donde cumplía reclusión nocturna por el homicidio e incineración del cadáver de una joven drogadicta. Las pruebas de sangre y su ADN delataron su identidad.
Otro caso es el de Jaime Carter, más conocido como el “pelao”, quien a los 22 años recibió el apelativo del “violador de La Dehesa”. En 1989, fue arrestado por su responsabilidad en el ultraje de 11 empleadas domésticas. Según los antecedentes policiales, el sujeto nunca actuó con extrema crueldad: entraba a
la casa de sus víctimas, las maniataba con corbatas y las violaba varias veces.
Durante su permanencia en los inmuebles, Carter tomaba licor y fumaba hasta una cajetilla de cigarrillos. La justicia lo condenó a cadena perpetua.
Publicado originalmente en La Estrella de Iquique en febrero de 2004
La mañana del viernes 30 de junio de 2000 Viviana Garay Moena se despidió de su padre con un beso en la mejilla y salió corriendo en dirección al liceo. Ese día la joven de 16 años se había quedado dormida y estaba a punto de llegar atrasada a clases. Nada fuera de la común ocurrió esa mañana. Ninguna frase o gesto que indicara su desaparición. En un primer instante, Orlando Garay, padre de Viviana, pensó que el caso era aislado. Al correr los días surgieron otros nombres. Todos ellos con semejanzas que hicieron pensar lo peor. Cinco de las seis liceanas estudiaron en el Liceo Eleuterio Ramírez, todas eran de tez blanca, pelo negro o castaño, jóvenes entre 13 y 17 años, donde su último paradero conocido coincidía con la intersección de avenida Los Aromos con la Ruta A-16 y su residencia en las tomas de La Negra, el sector de La Pampa o la Autoconstrucción.
A mediados del año 2000 comenzaron a surgir los primeros indicios respecto que la desaparición de las liceanas no eran coincidencia y se habló de secuestro, trata de blancas y que las niñas abandonaron la casa en busca de mejores horizontes.
Tanto autoridades como Carabineros e Investigaciones apostaban porque la pobreza y riesgo social eran los detonantes para que las menores escaparan de casa. A pesar que decían que “no descartaban ninguna alternativa”, la opción de un asesino en serie fue la menos atendida.
Durante más de un año se especuló sobre el paradero de las seis liceanas. Hasta ese momento Carabineros e Investigaciones siguieron pistas que los llevó a la Quinta Región y a Tacna. Recorrieron toda la Primera Región y revisaron viviendas y locales nocturnos en busca de las niñas. Sin embargo, el trabajo no entregó resultados positivos. Tampoco lograron unir los antecedentes en otras ocho desapariciones que tenían características similares.
Todo cambió la mañana del 3 octubre de 2001 cuando una niña de 13 años apareció en un basural cercano a Alto Hospicio. Un vendedor la llevó en su furgón hasta subcomisaría de Alto Hospicio. En ese lugar la menor, Barbarita, contó que un sujeto la había secuestrado violado y arrojado a un pique en el desierto. La historia parecía increíble, más aún cuando agregó que su agresor se había identificado como el “sicópata de Alto Hospicio”.
De esta manera se determinó con estupor cómo la hipótesis menos atendida por los equipos que investigaban la misteriosa desaparición de jóvenes cobraba realidad: un asesino en serie había atacado impunemente.
DETENCION
Carabineros ubicaron a Julio Segundo Pérez Silva, de 40 años, gracias a las pistas que entregó la menor. En el parabrisas de su automóvil blanco colgaban dos figuras de la serie televisiva Bananas en Pijama. Hasta dio detalles del cuchillo que usaba el sujeto. Su hoja era de siete centímetros con empuñadura de cinta adhesiva de color negro.
Al día siguiente detuvieron a Pérez Silva cuando iniciaba otra jornada como chofer de taxi ilegal.
El detenido cae en manos de dos expertos carabineros en interrogatorios. El hombre niega su participación. La actitud confunde a la policía. Se cree en una nueva equivocación. Piensan dejarlo en libertad. Pasa la jornada y nada dice. Tras más de 120 horas sin sueño, entregó detalles de como acabó con cada una de las primeras siete víctimas que hasta ese momento confesó.
“Nunca lloró ni dijo estar arrepentido. Si nadie sospechó de él es porque rompía todos los parámetros del criminal prototipo”, señaló uno de sus interrogadores.
OPERANDI
Según las primeras pericias y su propia confesión, Pérez Silva elegía metódicamente a sus víctimas, sobre la base de un patrón más o menos repetitivo: se trataba de muchachas delgadas, morenas y casi todas de cabellos largos, a quienes vigilaba durante días antes de decidirse a actuar.
Su anzuelo era ofrecerles llevarlas a sus casas o a escuelas como taxista “pirata” y por unas monedas. Cuando las menores ingresaban a su vehículo las amenazaba con un cuchillo y las trasladaba hasta los alrededores de Alto Hospicio.
Antes de violarlas, las golpeaba hasta dejarlas inconcientes. Luego, atadas de pies y manos, golpeaba reiteradamente sus cabezas con piedras hasta provocarles la muerte. Finalmente, las cubría con sacos en basurales o las arrojaba a piques mineros abandonados.
Carabineros llega a los sitios que han sido indicados con sorprendente exactitud. Son cuatro puntos en las cercanías de Alto Hospicio, pero separados entre sí. Ahí está una de las muchachas semienterrada y otras tres completamente cubiertas. Otras tres están al fondo de un pique abandonado. De los siete cuerpos – tres en el pozo y cuatro en la pampa- cinco son apenas restos óseos con una que otra pertenencia que se ha mantenido en el tiempo.
De esa manera se estableció que era el autor de los asesinatos de las seis estudiantes que comenzaron a desaparecer a fines de 1999. También de los asesinatos no resueltos hasta esa fecha de Graciela Saravia y Sara Gómez.
La inspección en los piques de Alto Hospicio comenzó el 18 de febrero de 2002 y se extendió hasta el 31 de mayo de ese año. En total, se inspeccionaron 151 piques distribuidos en 1.200 metros cuadrados. Esto incluyó los cerros Esmeralda, Huantajaya, Santa Rosa y Huantaca.
Efectivos de investigaciones encontraron el día 2 de julio de 2002 los restos de tres mujeres y aunque faltaba la confirmación oficial de la identidad de los cuerpos, todo hace suponer que se trata de Ivonne Carrillo Lefno, Daysi Castro y Ornella Linares, desaparecidas el año anterior.
Las tres infortunadas mujeres, fueron encontradas en el sector de Santa Rosa, en Alto Hospicio, permitiendo que sus familiares terminarán con el calvario de no saber qué pasó con ellas.
De esta manera la lista de víctimas aumentó con Ornella Linares e Ivonne Carrillo, la artesana Gisella Melgarejo, Angélica Lay, Daysi Castro y Angélica Palape. Sus cuerpos fueron encontrados en Huantajaya y basurales alrededor de Hospicio.
REPERCUSIONES
A los pocos días de ubicados los cuerpos, el Ministro del Interior, José Miguel Insulza, solicitó la renuncia de cuatro efectivos policiales.
El director general de Investigaciones, Nelson Mery, haciendo efectiva la responsabilidad del mando, cursó la renuncia del prefecto inspector José Henríquez Ochoa, quien hasta ese momento encabezada la Primera Zona Policial. También estuvo en esa lista el prefecto inspector Baltazar Donoso Azúa.
En tanto que el Director General de Carabineros, general Manuel Ugarte, relevó de su cargo al hasta ese entonces jefe del O-S7 en Iquique, mayor Guillermo Valenzuela, quien dirigió la investigación del caso en los últimos dos años. También llamó a retiro al coronel Iván Bustamante Rivera, quien se desempeñó como Prefecto de Carabineros de Iquique hasta marzo de 2001.
Los cuatro funcionarios destituidos estuvieron a cargo de la comisión mixta de investigación que ordenó crear el Presidente Ricardo Lagos. Esta instancia tenía como objetivo ubicar a las liceanas.
EVOLUCION
Desde que capturaron a Julio Pérez Silva sus testimonios para aclarar los hechos han ido desde reconocer la autoría de los crímenes de Alto Hospicio a desmentir su participación. Incluso entregó hace cuatro meses una carta a su conviviente Nancy Boero, en la cual alegaba total inocencia y acusaba ser víctima de un complot entre funcionarios de Carabineros y Barbarita, la menor que sobrevivió a su ataque.
Incluso negó las declaraciones que entregó a la Ministra en Visita Eliana Ayala durante la reconstitución de escena, en donde fríamente relató la manera cómo eliminaba a sus víctimas.
RECLUSO
El 19 de enero de 2004, el asesino en serie atentó contra su vida. Es tercera vez que intentó matarse. La primera fue en la celda de la comisaría de Alto Hospicio, donde azotó su nuca contra el pavimento, resultando con una lesión cervical; la segunda fue después de conocer del suicidio del Tila y lo sorprendieron uniendo cordones y por ello se le quitó la televisión y le dejaron una a pilas, y la tercera en febrero, cuando se estranguló con una camisa oculto por una sábana.
El sicópata de Alto Hospicio está desde el 2002 en la cárcel de alta seguridad de Acha, ocupando un ala del recinto penal y una celda exclusivamente para él. Es custodiado por gendarmes que llegaron desde Santiago. Lo vigilan mediante un circuito cerrado y también por un vidrio.
Publicado originalmente el 24 de febrero de 2004.
«Calichal», 23 años de historia
El 18 de febrero de 1985, la Gaviota de Plata era para Iquique.
«Cuando el avión de Lan se posó en la losa del aeropuerto Diego Aracena, los iquiqueños iniciaron una gran fiesta con sus hijos predilectos, ganadores de la Gaviota de Plata en la ciudad jardín». Así informaba la Estrella a sus lectores un día después del masivo recibimiento que la comunidad realizó a los integrantes del grupo folclórico «Calichal» quienes traían el trofeo viñamarino a esta tierra.
Desde que se escuchó por primera vez en la Quinta Vergara, el tema «La reina del Tamarugal» fue la favorita para ganar el XXVI certamen musical de ese año y así fue. El 18 de febrero de 1985, pasada la medianoche, la entonces animadora del espectáculo viñamarino Paulina Nin de Cardona dio a conocer a los triunfadores que además se habían hecho acreedores de una suma de $7.000 dólares y pasajes a Isla de Pascua para todos los integrantes del grupo folclórico.
Poco queda de esas jornadas en las que los «Calichal» eran reconocidos y conocidos, entrevistados y homenajeados en todos los eventos locales y nacionales a los cuales asistían acompañados de sus matracas, bombos, zampoñas, quenas y charangos.
Luego de 18 años, para Manuel Veas, autor de la «Reina del Tamarugal», el tema le ha obsequiado los mejores gustos y disgustos de su carrera quedándose sólo con la fe, la misma fe que lo inspiró en la Virgen del Carmen de La Tirana para escribir la canción.
Manuel Veas «Creo que hay una deuda pendiente».
«Muchos han grabado nuevamente el tema, pero a mí nunca nadie me ha preguntado nada. He visto que el tema ha aparecido en distintos trabajos musicales y nadie ha pedido autorización para esto, incluso existe un CD de La Tirana que tiene el tema incluido. Nunca he hecho nada para que se solucione este problema y creo que es tiempo de que las cosas se hagan formalmente», indicó Veas.
Nunca ha recibido el porcentaje por derechos de autor y que menos lo hizo su fallecido amigo Luis «toño» Miranda, compositor del tema ganador en Viña del Mar. Aunque recuerda el tiempo de los triunfos con nostalgia, aclara que tuvo la oportunidad de irse de Iquique para realizar su trabajo como músico y poder expandir su obra artística, sin embargo no piensa dejar la ciudad que lo vio nacer a él y a sus dos hijas.
TRABAJO
La «Reina del Tamarugal» fue creada un par de años antes de ser presentada en Viña pero fue cuidadosamente guardada por sus autores para «cuando estuviera más madura». «En un principio este era el primer tema de una cantata a la Virgen del Carmen, pero luego todos nos dijeron que nunca íbamos a poder escribir una canción como esta. Así fue, hicimos muchos más trabajos, pero al morir Toño ya no era lo mismo. Faltaba la otra mitad creadora. Era mi amigo y el que complementaba el trabajo de ambos».
Lo que más emociona a Veas es la sensación que tiene cada año cuando en la víspera de la Fiesta de la Virgen del Carmen en La Tirana, miles de peregrinos cantan la canción que escribió hace 20 años como parte de una promesa a la «chinita».
Confiesa que hace un año que está cesante y que se mantiene gracias a que es «busquilla». «Ahora para mantener mi mente ocupada estoy apoyando a mi amigo Oscar Antivilo en la Municipalidad pero lo hago por amor al arte y porque esto me gusta hacer».
Fernando López y Toño Miranda ( en los extremos) formaron parte fundamental del grupo.
A pesar de esto aseguró que se encuentra preparando una serie de presentaciones a las cuales fue invitado con su conjunto, las cuales se realizarán durante el verano en ciudades del sur de Chile.
IQUIQUE
El hecho de permanecer cesante no le ha cortado las ganas a Veas quien mantiene agrupado al conjunto «Calichal» pero con «savia nueva» pues además de Toño Miranda, los ex ganadores de la Gaviota de Plata sufrieron la pérdida de otros dos componentes Fernando López y Guillermo Lara.
Para el músico, el hecho de que la «Reina del Tamarugal» permanezca vigente se debe al haberse producido un encuentro entre las raíces de un pueblo y la identificación de este con su propio folclor. «Nunca nadie había expuesto el folclor nortino como lo hicimos nosotros. Todo se basaba en el vals chilote o la cueca y por primera vez el norte se mostraba al mundo a través de su música. Creo que Iquique tiene una deuda pendiente con Calichal, conmigo y con Toño».
Extraído de La Estrella de Iquique / 31 de agosto de 2003
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