Los libros presentan historias estructuradas, donde cada elemento narrativo cumple una función definida y los eventos tienen explicaciones claras. Por ejemplo, la introducción de un mechero amarillo en el relato suele anticipar su relevancia futura. Según Chéjov, la presencia de una pistola en una historia implica que será utilizada posteriormente.
En comparación, la vida real está llena de situaciones y objetos que no siempre encuentran un propósito claro o significado determinado. Estos elementos pueden permanecer dispersos sin un papel concreto en nuestra experiencia cotidiana. La existencia incluye numerosos estímulos, ideas, personas y acciones que pueden llevar a caminos indefinidos, y ello genera incertidumbre ante la que se busca claridad.