Comprar y ahorrar son dos conceptos que generan un dilema cotidiano para muchas personas. ¿Qué nos lleva a comprar sin una necesidad real? ¿Qué beneficios nos aporta el ahorro a largo plazo? ¿Cómo podemos evitar el desperdicio de dinero, espacio y valor que implica tener ropa acumulada? Estas son algunas de las preguntas que intentaremos responder en este artículo.

La compra compulsiva es un trastorno psicológico que se caracteriza por un deseo desenfrenado por comprar sin una necesidad real, frecuente en personas que padecen trastornos del estado de ánimo, y que se asocia con trastornos depresivos y baja autoestima. La persona que compra compulsivamente busca satisfacer una emoción que le falta, como la felicidad, el amor o la seguridad, y lo hace a través de la gratificación y el alivio temporal que se obtiene al comprar. Sin embargo, esta sensación es efímera y pronto se transforma en culpa y ansiedad, que solo se superan con otra compra. Así se entra en un ciclo vicioso que afecta a la salud mental, a las relaciones personales y a la economía del individuo.

El ahorro, por el contrario, es una opción más racional y beneficiosa a largo plazo, pero menos gratificante a corto plazo. El ahorro implica planificar el futuro, tener un objetivo claro y renunciar al placer inmediato por una recompensa mayor. El ahorro también implica ser consciente de los ingresos y los gastos, y evitar el consumo impulsivo que puede llevar a endeudarse. El ahorro es una forma de invertir en uno mismo, en la educación, en la salud, en la vivienda, en el ocio o en la jubilación. El ahorro es una forma de generar tranquilidad, seguridad y libertad financiera.

Pero, ¿cómo podemos romper el ciclo del consumo compulsivo y adoptar hábitos de ahorro? Una de las claves es diferenciar entre querer y necesitar. Querer es un deseo subjetivo que puede estar influenciado por las emociones, la publicidad, la moda o la presión social. Necesitar es una exigencia objetiva que responde a una carencia real, a una utilidad o a una funcionalidad. La gente antes vivía con pocas prendas de ropa, las cuales usaba hasta gastarlas y luego las reemplazaba. Hoy tenemos prendas para muchas ocasiones y muchas alternativas para esas ocasiones, todo multiplicado por diez. Decenas de poleras que no alcanzamos a usar en un mes. Y eso es excesivo. Es un gasto de dinero innecesario.

Otra de las claves es ser consciente del impacto ambiental y social que tiene el consumo excesivo de ropa. La moda rápida o fast-fashion produce ropa en exceso que no se usa y que se desecha en lugares como el desierto de Atacama o los vertederos africanos, afectando al medio ambiente y a las comunidades vulnerables. La ropa que se acumula en el clóset o en el basurero desprende contaminantes al aire y al agua, y afecta a la biodiversidad y a la salud de las personas. La ropa que no se usa ni se disfruta pierde su valor, su sentido y su propósito. Es un desperdicio de dinero, espacio y recursos.

La última de las claves es buscar otras formas de satisfacer las emociones que nos impulsan a comprar. El consumidor se guía por sus emociones a la hora de comprar, y las marcas lo saben. Por eso, apelan a ellas para generar una conexión con el cliente, para crear una necesidad artificial, para provocar una reacción emocional que impulse la compra. Pero hay otras formas de satisfacer esas emociones, como el deporte, el arte, la meditación, la lectura, el voluntariado, el contacto con la naturaleza o la socialización. Estas actividades nos aportan bienestar, autoestima, creatividad, relajación, conocimiento, solidaridad, armonía y diversión, sin necesidad de gastar dinero ni de acumular objetos.

En conclusión, comprar y ahorrar son conceptos opuestos que generan un dilema cotidiano, pero que se pueden reconciliar con una actitud crítica, consciente y responsable. Comprar sin necesidad real es una forma de buscar algo indefinido que no satisface la verdadera emoción que se necesita. Ahorrar es una opción más racional y beneficiosa a largo plazo, pero menos gratificante a corto plazo. Tener ropa acumulada es un desperdicio de dinero, espacio y valor, que no se aprovecha ni se disfruta. El peor error que podemos cometer es tener dinero estancado en el clóset sin sacarle provecho. Por eso, te invitamos a reflexionar sobre tus hábitos de consumo y ahorro, y a buscar otras formas de llenar tu vida de sentido y felicidad.


Tres ideas principales sobre comprar, acumular y ahorrar:


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