Iquique y el auge del salitreDos acontecimientos claves incidieron en el desarrollo de Iquique y en su designación como Puerto Mayor.
El primero de ellos ocurrió en 1828 cuando comenzó a regir el decreto que permitía la exportación de salitre hacia mercados extranjeros.
Sin embargo, solo en 1830 fue apreciado realmente el desarrollo de Iquique. En ese año, los productores enviaron los primeros quintales de salitre directamente a Europa. Anteriormente los embarques sólo habían cubierto las necesidades de Perú y Chile. En ese año las cargas llegaron a Inglaterra, Francia, Alemania e Italia.
Decretan Puerto Mayor
El segundo impulso clave ocurrió el 26 de junio de 1843, cuando elevaron a Iquique a la categoría de Puerto Mayor: En ese instante la extracción a gran escala de guano y la cada vez más poderosa producción de salitre auguraban un excelente futuro para el recién nacido terminal marítimo.
La ventaja de ser puerto mayor era que se podía comerciar y tributar directamente en Iquique sin necesidad que los productos para ser exportados o importados tuvieran que pasar por Arica.
Un año después Iquique contaba con agua de mar destilada para el consumo humano y servía como puerto de tránsito y depósito para la zona de Bolivia. En ese tiempo la Isla Serrano había sido unida al continente y era llamada Isla de Cuadros, porque pertenecía a una familia peruana de ese apellido.
– Plano de provincia de Tarapacá en 1851.
El trabajo pampino
Iquique exporta al mundo
El salitre de la Provincia de Tarapacá llegaba a distintas partes del mundo a través de un complejo sistema naviero que cubría las necesidades de Estados Unidos, Perú, Chile y Europa en lo que se referí a fertilizantes e insumos para explosivos.
Durante varios años, la forma de producir salitre no varió en su extracción, producción o comercialización. El único cambio patente era el aumento constante de sus volúmenes de carga, la mayor, cantidad de mano de obra y el desarrollo económico y social de puerto como Arica, Iquique, Pisagua y Cobija.
Hasta poco antes de la Primera Guerra Mundial el salitre de Tarapacá tuvo el monopolio del mercado global de fertilizantes,
Las cifras eran auspiciosas. en 1830 la producción era de 860 toneladas métricas; en 1841 aumentó a 12.810; en 1861 subió a las 62.500; en 1866 la exportación era de 100.635 toneladas métricas y en 1876 se elevó a las 323.642.
Todo un récord para una industria que se basaba directamente en la cantidad de hombres que laboraban en la pampa.
Trabajadores de distintas partes de Perú, Bolivia y Chile llegaban hasta las tierras de Tarapacá para extraer el caliche en forma artesanal.
Era común ver en pleno desierto una decena de hombres desprendiendo el duro caliche con pesados mazos para luego trasladar la cal viva hasta la «oficina». En ese lugar vendían sus productos al dueño de las instalaciones. Más tarde otro grupo de trabajadores procesaba el minera. Eran varios fondos metálicos lo cocían a altas temperaturas. Luego trasladaban el «caldo» a otro recipiente para que decantara y se cristalizara. El resultado era salitre con una ley de 50 al 60 por ciento. Esta cifra era bastante buena para el nivel de tecnología que utilizaban.
La costra sobrante que quedaba pegada en estas grandes ollas era removida y arrojada como desecho. No obstante, durante el primer cuarto del siglo XIX se conocía que el residuo contaba al menos con un 30 por ciento de salitre que no se podía comercializar debido a que el «sistema de paradas» no era eficiente.
Nuevos inversionistas
George Smith
Pedro Gamboni
Extracción de yodo
La Nueva Noria
En un primer momento el método de Gamboni no fue tomado en cuenta. Luego de varios años y tras los resultados positivos, el sistema fue empleado en nuevas oficinas salitreras. Uno de los más entusiastas en copiar la iniciativa fue George Smith quien la puso en práctica en 1856 con su proyecto de “La Nueva Noria”.
Como complemento de esta faena salitrera, se reactivó la caleta de Bajo Molle que no funcionaba como muelle desde la conquista española. En el lugar también construyó bodegas y un edificio para el control aduanero. También puso en marca un andarivel que trasladaba la carga desde La Noria hasta la costa. Después de varios intentos, esta modalidad de transporte fue desechada porque el cable de acero se rompió en varias ocasiones. Defraudado, Smith volvió a las caravanas de mulas.
Luego de 40 años en Tarapacá, Smith preparó paulatinamente su regreso a Inglaterra. Esta decisión la tomó en parque porque adquirió créditos que no pudo cancelar a la Casa Gibbs de Valparaíso. Tras meses de negociaciones, Smith vendió sus activos a Gibbs y en 1866 se conformó la Compalía de Salitres de Tarapacá. Smith sólo tuvo una mínima parte de las acciones de la compañía.
Falleció en Norwood, Ingalterra, el 28 de noviembre de 1870 a los 68 años de edad.
La fortuna de John Thomas North
El llamado rey del salitre llegóa Chile sin recursos financieros ni contactos en las altas esferas. En la autobiografía publicada en 1896, North relató como ingresó al negocio salitrero.
“La suerte me llegó de esta manera. Mi firma tenía un contrato para instalar una línea de ferrocarril en Perú. Ellos consideraron que como yo era uno de los mejores jóvenes trabajadores en la sección de máquinas, podría ir allá hasta posiblemente mejorar mi situación. Acepté tal posibilidad de inmediato. Simplemente me presenté voluntariamente para el trabajo. Ofrecí ur por el salario que estaba ganando, que era de 18 chelines a la semana, y pasaje, rogándole a mis jefes que lo descontaran de mi sueldo. Se rieron y me dijeron, North nos gusta tu entusiasmo y debes ir”.
Bueno, la proyectada línea de ferrocarril, no fue precisamente una bonanza, pero nos pagaron nuestros salarios, y mientras tanto yo buscaba algo para mi. Tendimos las líneas a traves de la selva de Perú y tuvimos aventuras de todo tipo. UN día mientras vagaba cerca de un arroyo que deba a un graí río, vi un viejo y oxidado vapor que había sido dejado allí como desecho.Repentinamente concebí la idea de esa este pequeño barco para comerciar río abajo y arriba, llevando granos y otras provisiones a los pueblos y villas. Tomé posesión del vapor por unos cientos de dólares y cuando lo obtuve, no tenía un centavo en los bolsillos”.
“No tenía crédito. Pero logré de alguna manera conseguir un cargamento de mercaderías y manejé mi pequeño barquichuelo con resultados satisfactorios. Un día cuando chile y Perú estaban en guerra, mi pequeño vaporcito se encontró en la boca del río en un momento crítico. No había ningún buque de guerra peruano en las cercanías y ellos (los chilenos) me hicieron señas que estaban muriéndose de hambre, y estaban de gran necesidad de comida y agua”.
“Fui capaz de solucionar sus necesidades inmediatas y cuando terminó la guerra, solicité alguna compensación por los servicios de mi barquito había rendido. Fue así como logré una concesión para trabajar hasta ese momento, un no explotado yacimiento de salitre. Esta concesión llevó a muchas otras. Un feliz accidente sentó la base de mi fortuna.