Para el sicólogo laboral Horst Bussenius el paradigma del mundo laboral cambió y con el perfil de los dirigentes sindicales. Sostiene que tanto para trabajadores como para la gerencia ya no necesitan a la llamada «vieja guardia» que simboliza el «llevar la contra a la empresa y estar centrada en el partido político más que en el sentir de sus representados».

«Se requiere de gente más consciente, conciliadora, y sobre todo que tenga habilidades interpersonales como trabajar en equipo, saber negociar y habilidades comunicación y persuasión que pueda aplicar en diferentes niveles de la organización.

Gran importancia le da a ser proactivo y dinámico, es decir, una persona capaz de adaptarse a los cambios y formular estrategias.

Un tercer aspecto está en el campo de los valórico, lealtad y tener un marco ético al cual consultar, «porque sin ética no se pueden hablar de buenos líderes sindicales».

Complementa su perfil con liderazgo y compromiso. Sostiene que el empleador no busca un perfil perfecto, pero afirma que la jefatura se sentirá más cómoda con una persona que tenga las características antes señaladas.

REFLEXION

Al momento de la reflexión, dice que el perfil descrito no se ve en Iquique. «Yo creo que falta mucho, especialmente en liderazgo y capacidad de negociación».

De acuerdo a Bussenius en Iquique son más confrontacionistas. «La idea siempre ha sido que la negociación vaya a un consenso».

«Creo que a veces los líderes sindicales confunden su rol con una idea paternalista que implica defender el trabajador por sobre todo, incluso cuando éste haya cumplido una falta grave que merece despido».

Agrega que «el líder sindical tiene momentos de enfrentamiento con la empresa, pero la mayoría de las veces ambas partes tienen que marchar juntos hacia adelante».

Bussenius no afirma que es necesario que surjan nuevos líderes. No a través de un recambio total, pero si que se den las oportunidades para que nuevas personas entreguen su aporte.

Hay lideres que funcionan de la misma manera hace quince años y eso no es bueno.

también estima que en Iquique aún prima demasiado la política en el sindicalismo. «A veces definen los intereses por la línea política y no creo que todas las necesidades de los trabajadores pasen por ese prisma»

Como crítica constructiva afirma que los líderes locales tiene como característica positiva que «son valientes, dan la cara». Lo negativo es que en ocasiones son obcecados. «Les falta ampliar su mentalidad y mejorar sus capacidades de negociación.»

RENOVACION

En tanto que Oscar Loyola, consultor laboral, sostiene que el sindicalismo chileno tendría que avanzar hacia una renovación que marque la diferencia con las prácticas sindicales de los años 90 y las nuevas necesidades que deben enfrentar trabajadores y la gerencia.

En el perfil que Loyola posee para el dirigente resaltan las habilidades relacionadas con la inteligencia emocional como ser tolerantes a la frustración, tener capacidad de controlar sus impulsos, especialmente los agresivos; ser capaces de flexibilidad y de adaptación ante las situaciones cambiantes de una empresa».

También destaca que debe saber hablar en público, que exprese sus ideas y que sepa escuchar. A su juicio lo negativo es tener poco conocimiento de economía y sobre las nuevas leyes laborales.

Aspecto importante para él es que el dirigente tenga una noción clara de las corrientes económicas que priman en el mundo y que manejen información local y global sobre qué pasa en el mundo laboral. «O si no encontrará con gente que opera de buena fe y que resultan después que son engañados».

Sin embargo, su opinión más tajante es la relación que define el dinamismo entre empresa y trabajadores: la desconfianza. «Esto está instaurado y es un tremendo escollo. En vez de aunar esfuerzos y hablar de avances, se pelean por la existencia de la desconfianza en ambos lados. Cuando la desconfianza se instala en una empresa, significa que la organización tiene un talón de Aquiles, es decir, una debilidad, porque son menos fuerte para aguantar embates externos».

También sostiene que no existe una corriente sindical fuerte. «No existen seminarios donde expongan los dirigentes, es decir, no hay una conversación para profesionalizar el sindicalismo chileno.

Ante este escenario estima que existe poco espacio para que se desarrollen nuevas generaciones de dirigentes. «Eso es grave porque existe gente nueva, distinta, más preparada y propositiva que la actual».

No obstante reconoce un valor importante a los más avezados. «La gente adulta, con más experiencia, pueden controlar sus impulsos y eso es una cuota importante a la hora de negociar».


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